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Existen numerosos estudios, artículos e información varia, que presentan la reducción de la huella de carbono como mejor defensa frente al cambio climático.
Aunque el cambio climático sigue suscitando controversia entre los habitantes de este planeta, las sofocantes olas de calor, como la sucedida recientemente en Europa, demuestran su existencia.
Es más, para cualquiera con mínimos conocimientos en Medio Ambiente, las evidencias del cambio climático no pasan desapercibidas.
No debería extrañarnos, que olas de calor, como la pasada, se convierta en un hecho cotidiano año tras año.
Recientes estudios, han demostrado que si las emisiones de gases de efecto invernadero siguen creciendo al ritmo actual, en el año 2100, aproximadamente el 74% de la población mundial estará expuesta a olas de calor mortales.
Como iniciativas frente a la contaminación, en el Día Mundial del Medio Ambiente, se realizó una campaña muy interesante: Sin contaminación por Plásticos, que podrán leer pinchando en el enlace anterior.
Por tanto, la reducción de la huella de carbono es la solución más factible, pero, en primer lugar, es necesario medirla.
A este respecto, se ha publicado la nueva norma ISO 14067: 2018, Gases de efecto invernadero – Huella de carbono de los productos – Requisitos y directrices para la cuantificación.
Con esta nueva norma de origen internacional, se pretende poder cuantificar la huella de carbono de los productos.
¿Qué es la huella de carbono?
La huella de carbono es la cantidad de gases de efecto invernadero que emite directa o indirectamente una persona, evento o producto debido a su actividad o síntesis.
Es decir, es la manera de cuantificar las emisiones de estos gases, que van a parar a la atmósfera de nuestro planeta.
Con la medida de la huella de carbono, podremos conocer el impacto generado sobre el cambio climático, funcionando como una gran herramienta para la sensibilización al respecto, por lo que es de gran importancia.
Pero las organizaciones no deben verla como una simple herramienta de cálculo, sino como el primer paso del camino hacia una empresa sostenible, sensibilizada y comprometida ya no solo con su entorno, sino con todo su planeta.
En este punto, queda claro cuál es el principal objetivo que quiere alcanzarse con el cálculo de la huella de carbono.
Es el de analizar el impacto generado por la actividad de una persona, evento o producto, sobre nuestro planeta para compararlo con la biocapacidad del mismo.
Primeros pasos hacia la cuantificación de la huella de carbono
Global Footprint Network (Red Global de la Huella Ecológica) es una organización internacional de investigación sin ánimo de lucro, que aúna todos los trabajos en torno a la huella de carbono, generando una base de información y cuantificaciones accesible para cualquiera que quiera avanzar hacia la sostenibilidad.
De todas formas, en la actualidad estamos sumergidos en una gran deuda ecológica, de manera que al ritmo de consumo actual, en un futuro no muy lejano, necesitaremos para nuestra supervivencia, 1.7 “Planetas Tierra”.
Pero podemos hacer muchas cosas para revertir esta situación y reducir nuestra huella de carbono.
ISO 14067: 2018: Gases de efecto invernadero. Huella de carbono de los productos. Requisitos y directrices para la cuantificación
El año 2018 están siendo fructífero en cuanto a publicación de normas. Así, acaba de publicarse la norma internacional ISO 14067: 2018 sobre la huella de carbono de productos.
Este estándar establece una serie de principios, requisitos y directrices para la cuantificación de la huella de carbono de los productos o Carbon Footprint of a Product (CFP).
A través de esta norma y de los cálculos de la huella de carbono, se proporciona una comprensión más profunda del impacto que genera el producto y, por ende, se pueden tomar las medidas oportunas para reducirlo.
La norma ISO 14067, sustituye a la ISO 14067 del año 2013 y no es certificable, aunque sí verificable por cualquier empresa acreditada y de origen independiente.
De esta manera, demuestran que su compromiso frente a las emisiones de gases de efecto invernadero es coherente y transparente.
Medir el CFP es una forma de contribuir al logro de los objetivos de acción contra el cambio climático, según considera la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático.
Cambios generales respecto a la versión de 2013
De manera general, estos son algunos de los cambios clave, respecto a la versión anterior:
- Incluir un mayor enfoque hacia la cuantificación, trasladando cuestiones como la comunicación a otros estándares de la familia ISO 14000 de gestión ambiental.
- Mayor claridad en algunos aspectos como el cálculo del uso energético.
- Se han agregado orientaciones específicas para el sector agrícola y forestal.
En definitiva, esta norma forma parte de la familia de normas ISO 14060, las cuales permiten cuantificar, controlar, informar y validar las emisiones de GEI, con objeto de respaldar una economía baja en carbono y de acción contra el cambio climático.
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